lunes, enero 21

CHAPA CARTON PAJA

- El problema son los bolivianos. Una raza de ladrones
- No, estás equivocado. Los tipos más laburadores que conocí en mi vida eran bolivianos. Y los peruanos también. Y además son muy cultos...
- Son todos lo mismo. Una raza de chorros
- No, no. Te repito que no. No seas racista. Los chorros son los paraguayos.
- ¡Ah! Los paraguas... una manga de chorros y aprovechadores. No sirven para nada
- Tal cual
- ¿Sabés lo único que saben hacer? Chapa cartón paja. Chapa carton paja. Y ahí nomás te clavan una villa.
- Claro. Ese fue el problema de Iguazú. Fijate que ni bien se instaló el tema del turismo por las cataratas, se abroquelaron todos ahí. Y armaron esas villas inmundas.
- Sí. Vienen todos a afanar acá. Por eso Iguazú es lo que es y todo el mundo ni bien sale de las cataratas raja para otro lado. Poruqe Iguazú era lindo antes.
- Seguro. Es cierto que estaba medio desierto y que no ofrecía mucho al turista, pero lo que hay ahora... Será un poco caro y todo. pero también, si fuera barato, ¿como carajo te sacás a los paraaguas de mierda estos?
- Si pudiera, me compraría un avión hidrante, lo cargaría de nafta y sobrevolaria rociando ese país de mierda. Y después tiraría un encnededor. No se perdería nada.
- No, claro que no.

El casual escucha, comentó lo bien que la pasó en la feria brasileña de Puerto Iguazú.

- ¿Brasileña? Otro lugar al que ir con el hidrante. Chapa cartón paja. Arruinan todo a su paso. Son todos paraguas que venden más barato para sacarnos la plata que traen los turistas de Brasil.

En algún momento del dialogo, alguien consultó la religión del accidental escucha.

- ¿Vos sos judío?

De haberlo sido, el muchacho igual hubiese respondido que no. Jamás hubiese permitido que su pene circunciso intimidara a los interlocuteres de privarse de una esclarecedora lección de vida. Sin embargo Paraguay siguió siendo el blanco de la furia de los tertulianos y el motor del sueño para la compra de un avión hidrante.

Lo que no pudo evitar el accidental testigo del diálogo, fue la carcajada que explotó en medio del dedo de la mañana siguiente, cuando continuando con el interrumpido la noche anterior por tan interesante diálogo, encontró en la mano de enfrente de la ruta a los interlocutores esperando un colectivo.

- Vamos para Ciudad del Este. A comprar cosas para el negocio, ¿sabés? Es que es sensiblemente más barato

lunes, febrero 5

POSTAL

Hace ya un buen rato que transitás la noche a bordo de esa ruta acorazado en tu viejo Taunus. El vago recuerdo del ocaso en que partiste pone sobre la mesa el hecho que no recordás cuando fue la última vez que viste el sol. Falta mucho para llegar a destino. Tanto que no sabés dónde querés llegar. La única referencia que tenés es que no hay vuelta atrás.
Cada tanto te cruzás con otras armaduras móviles, cuya velocidad te impide ver de quién se trata. Una familia, un hombre feliz, una mujer más perdida que vos, alguien que ya encontró el paraíso que será perfecto cuando traiga los puchos que está yendo a buscar.
Muy de tanto en tanto tus párpados se rinden y pensás en parar a dormir un poco. Pero la idea de llegar te mantienen despierto.
Estás apurado, aunque no estés llegando tarde. Nunca se llega tarde a donde uno no es esperado.
El asfalto. Postes de luz. Carteles indicadores inentendibles o insignificantes. Paradores. Kilometrajes. Signos de que alguien ya a transitado ese camino, consiente de que otros lo harán.
En cada casa que pasás, en cada parador o luz que ves al costado de la ruta esperás que sea esa que te obligue a pisar el freno, bajar y golpear la puerta que se abra con esa (y no otra) cara: “Bienvenido a casa”.

miércoles, enero 31

PAROLES, PAROLES, PAROLES (o La Otra Vaca II)

Se habían dedicado al secuestro y retención de palabras durante mucho timpo. Los años que comprendían su amistad. En cada cumpleaños, reunión, casamiento o charla telefónica, millones de letras combinadas en esas pequeñas células que conforman los eslabones que es el lenguaje que nos encadena habían sido retenidas en contra de su voluntad.

Así era como sustantivos, adjetivos, preposiciones e interjecciones se apilaban unas sobre otras, mezclando a veces sus letras, como veraneantes en la Bristol en ese campo de concentración que se emplazaba desde sus psiquis hasta sus labios

No se trataba de falta de comunicación entre ellos. De hecho se veían y conversaban asiduamente. Como en un intercambio de rehenes, algunas palabras eran liberadas, pero otras (más) eran puestas en cautiverio. Si alguien dejaba en libertad los vocablos “que”, “buen”, “partido”, “jugamos” y “hoy”, era porque previamente había retenido a . “Venite”, “a”, “comer”, “mañana”, “por”, “la” y “noche” volvían a ver el sol en el mismo instante que “que”, “polvo”, “me”, pegaría”, “con”, “tu” y “chica” conocían la dureza de la mazmorra.

Ni se trataba solamente de falta de sinceridad. Muchas veces conversaciones enteras acerca de una muela extraída o teorías personales sobre el advenimiento de la NADA eran puestas en custodia no porque hubiese algo que ocultar al respecto, sino porque la liberación de tales exposiciones los hubiese delatado ante el resto como carceleros bastante torpes, que permitían al fugitivo más peligroso escaparse caminando de Campo Delta.

Hasta esa noche. Alguien trajo la Sustancia.

Tímidamente fueron introduciendo esas pequeñas partículas en su ser. No parecía la gran cosa. Pero ninguno sospechaba que esas partículas inofensivas no eran sino la turba enloquecida que abriría las puertas de la Bastilla en la que tantas palabras de tantos años se encontraban agazapadas, esperando la libertad.

Las primeras liberaciones se dieron en cierto orden. Los candados, que todavía no estaban de franco, no se encargaban de retener a los reclusos, pero sí de ordenar su retirada. Así la ruptura del sexto mandamiento era disfrazada de la alegría de un amigo por la suerte que le ha tocado en la pareja.


Ya la Sustancia había dejado a ser una curiosidad y era la reina indiscutida de la noche (aunque esa noche todo se podía -y se DEBIA- discutir). Entonces llegó el desmadre. No hubo esbirro que pudiera contener tantos siglos de lenguaje en recipientes tan minúsculos como sus existencias. Por un momento sus dientes apretados en una sonrisa trabada oficiaron como dique de contención. Pero los chispazos que surgían de la fricción de sus mandíbulas fueron luchadores por la libertad.

Sus bocas eran manantiales enérgicos que vomitaban palabras. Y las palabras se encontraban, chocaban entre ellas, se gustaban o se repelían, bailaban, pogueaban, se reconocían. Por momento nadie podía respirar. El ambiente estaba lleno de palabras. Algunas escapaban para siempre por la cerradura o la hendija de la puerta. Otras preferían permanecer allí. Entre tantas palabras, los amigos sentían que nunca se habían conocido tanto como esa noche. Y tal vez fuera verdad. Eso era lo que más les gustaba del asunto.

Hasta que la Sustancia se acabó. Y con ella las palabras. Parecía mentira que, de un momento a otro el aire estuviera descomprimido, y no quedaran más que algunas sílabas sueltas por el lugar. Seguramente había cosas que decir. Pero ya no les quedaban palabras. Comoo quien bombeando toda la noche ha dado todo de sí, sus gargantas estaban secas de lenguaje.

Así que se fueron a dormir.

viernes, enero 19

INVENTARIO DE LA PENA CAPITAL



A los violadores. A los secuestradores. A los chorros. A los pedófilos. A los policías corruptos. A los políticos corruptos. A los banqueros que se quedaron con la guita del corralito. A los narcos que le venden falopa a los pibes en la puerta de la escuela. A los narcos que les venden falopa a los pibes en las plazas. A los pibes que se falopean en las plazas. A los narcos que le venden falopa a los pibes. A los narcos. A los faloperos. A los barrabravas.. A los travestis de Godoy Cruz. A los travestis de 1 y 60. A los travestis. A los que manejan mal. A los judíos. A los bolivianos que le sacan el trabajo a los argentinos. A los paraguayos que le sacan el trabajo a los argentinos. A los peruanos que le sacan el trabajo a los argentinos. A los presos. A los peronistas. A los comunistas. A los que ven a manifestaciones. A los que “están en política”. A los piqueteros. A los hippies. A los que usan el pelo largo. A los que usan arito. A los que usan tatuaje. A las parejitas que aprietan en lugares públicos. A los discapacitados. A los pibes que te limpian el vidrio aunque no quieras. A los pibes que te cuidan el auto aunque no quieras. A los pibes que manguean monedas en la estación. A los pibes que afanan pasacassettes. A los “raros”.

¿Alguna vez se tomaron el laburito de enumerar a todos los que, según alguien, “hay que matarlos a todos”?

lunes, enero 15

DE REVIENTES Y REVENTADOS

Hay que diferenciar entre dos tipos de lugares: los de reviente y los de reventados. A primera vista la diferencia puede ser mínima o hasta inexistente, pero si observamos bien, vemos que se trata lugares bien diferentes. Paso a detallar.

La diferencia no radica tanto en el lugar sino en quienes conforman su elenco estable.

El lugar de reviente funciona como escenario en el que sus concurrentes llevarán a cabo esta actitud. Es allí donde se produce el reviente, aunque muchas veces no sobreviva pasadas sus fronteras. La gente que lo frecuenta funciona como Clark Kent en una cabina telefónica o como la Cenicienta en la noche del baile. En ese lugar cambia su personalidad y puede pasar una noche o un fin de semana así. Pero cuando el lunes sea una realidad y la carroza nuevamente una calabaza, reaparecerá esa misma alumna aplicada de Medicina o el eficiente empleado de informaciones del IPS, dejando atrás y hasta la próxima ocasión esos ojos pendencieros, esa boca reseca, ese felpudo en la lengua, ese retorno a los orígenes del habla.

Salvo para personas muy impresionables, el reviente funciona como un aspecto glamoroso de la cuestión. Es el lugar en el que Dr Jekyll saca a hacer pis a Mr Hyde, la orilla del mar de la locura, a la que todos se acercan para probar con la punta del pie a ver si está muy fría el agua, un viaje con pasaje de vuelta. El problema es cuando el reviente ha hecho su efecto y es irreversible y permanente. Y eso no tiene nada de glamoroso. Es ahí donde nos encontramos con el reventado.

Aunque el reventado puede haber llegado a esa situación sin necesidad de excesos. Tal vez fue la vida misma la que hizo el trabajo que ninguna combinación de estupefacientes hubiera hecho con tanta eficiencia. Un exceso de manos mal barajadas a yonquis de la ineptitud para afrontarlas pueden provocar estragos mayores

El lugar de reventados, en cambio, tiene la capacidad de funcionar como imán de gente para la que el reviente es parte de su cotidianeidad. Sus habitantes son reventados full time y suelen ser personas entradas en años. Si en el lugar de reviente prima el presente, pues el reviente se está produciendo aquí y ahora, en el de reventados es un lugar del pasado, el reviente ya se ha producido.

Salvo excepciones, es raro que alguien quiera ser el Rick Blaine de un bar para reventados. Pero pareciera que, una vez que cayó el primer contingente, comienzan a llamarse telepáticamente. La comunicación entre ellos es poca y no muy fluida. De lo que sea que hablen, lo hacen sin interés. Tal vez sea porque su propia vida carece de interés, especialmente para ellos mismos.

Si bien todos están en el asunto o al menos conocen, existe cierta clandestinidad en los lugares de reviente. Las cosas no se hacen en público y los baños suelen ser lo más parecido que uno ha estado de un metro japonés. En el lugar de reventados nada se oculta, todo está en la vidriera. Esto puede ser por dos motivos: o porque se piensa que no hay nada que ocultar o por que es imposible hacerlo.

El movimiento es una característica del lugar de reviente. Cuerpos que bailan, gente que va al baño, vasos que se llenan, gente que va al baño, minitas histéricas que pelotudean a tipitos histéricos, gente que va al baño, botellas que se vacían, gente que va al baño, gente que va al baño, el humo y las palabras jugando su eterna carrera para ver quien termina de contaminar primero la atmósfera del lugar, gente que va al baño, pupilas que escanean al resto de los mortales, gente que va al baño, luces que cambian al ritmo de la música, gente que va al baño, gente que va al baño, mandíbulas que se agitan como el carrete de una Remington furiosa azotada por Miller, Arlt o quiencarajoseteocurra... y sí, más gente que va al baño. En cambio, en los reventados se vive una activa inmovilidad: ya no queda nada para hacer, más que seguir esperando la muerte reventándose o soportando lo que el reviente dejó. O se llevó, siempre según que parte del vaso o en qué momento se tome la polaroid.

Es bueno diferenciar estas instancias. Ya sea para darse cuenta cuando el agua está llegando al cuello o para no preocuparse y buscar el fondo si ya estamos completamente tapados por la mierda.

domingo, enero 7

UN 6 CON LOS ZAPATITOS VACÍOS (cuento de cuna para niños de clase media)

Enero de 2002. Las cacerolas, “que se vayan todos” y las metrallas habían reemplazado a la pirotecnia como banda sonora de las fiestas del 2001. De hecho, poca persona se animaba a llamar a la Navidad y el Año Nuevo (ni a nada) una “fiesta” en ese contexto.

El paquetito que Johnatan recibió de Papá Noel se consumió parte de los dineros que Escasany había indultado. Era un sacrificio importante para Daniel y Angela. Pero todo fuera por hacer quedar bien a Papá Noel.

La mañana del 6, Johnatan se despertó ansioso. Corrió hacia el hall, donde fue detenido abruptamente por la imagen de sus zapatillas intactas, como las había dejado la noche anterior.

-Papá, ¿qué pasó? ¿Porqué los Reyes no me dejaron nada?

Daniel y Angela se miraron un momento. Fue ella la que se animó a hablar.

-Me parece que hay que decírselo. Es hora de que sepa la verdad.

Tras otro silencio, Daniel Tomó la posta.

- Tenés razón. Es hora de que vaya sabiendo como es realmente este mondo cane. Mirá Johnny, este año los reyes no vana poder venir. Y quizá no vengan nunca más. Pasó algo muy grave.

“Vos sabés que los Reyes no vienen sólo para vos. Ni para tus amigos. Los Reyes vienen para todos los niños de todo el planeta. Así que su viaje comienza mucho antes de la noche de reyes. Imaginate que tienen que pasar por todas las casas para ver que los chicos se porten bien y, en base a eso, ver qué les regalarán.

“Este año, cuando su misión los tenía por el sur de Estados Unidos, fueron interceptados por un grupo del Ku Klux Klan. Al verlo a Baltasar, lo capturaron junto con su camello y lo ataron. Intentaron hacer lo mismo con Melchor y Gaspar.

“-No sólo vamos a quemar al nigger este, sino a todos los amigos de todos los nigger.
“-Pero no es amigo nuestro, no sé de dónde salió el negro este. ¿Es amigo tuyo, Melchor? – Intervino, ágil, Gaspar al verse sin salida.
“-No. Pensé que era amigo tuyo. Por eso lo dejé seguir. Menos mal que nos avivaron estas personas. Seguro que estaba esperando el momento para darnos el palo.
“-Uy, de la que nos salvamos gracias a esta buena gente.

Y así lograron salir de las garras del Klan. No es que fueran malos o que no quisieran a Baltazar. Ellos eran conscientes que lo más importante era su misión: llenar los zapatitos de los niños buenos.

“-Tenemos que seguir adelante. Yo sé que Baltasar arderá de felicidad al saber que cada niño bueno encontrará el regalo que merece en sus zapatitos la mañana del 6 .
“-Es cierto. Somos dos, y será más dura la tarea. Tal vez nos tengamos que retrasar y lleguemos el 8 o el 10. Pero todo sea por los niños. Eso es ahora lo único que debe importarnos.

“Y así se juntaron de coraje y continuaron su rumbo. Se encontraban recorriendo el DF, cuando notaron que los camellos necesitaban hidratarse. Permitieron entonces que tomaran agua de un estanco. Tomó el primero y cayó muerto, producto de la contaminación del agua.

“-¡Maldición! Ahora esto. ¿Qué vamos a hacer? – se lamentó Gaspar.
“-Tenemos que seguir. Tenemos que hacerlo por los niños. Seguiremos los dos en un camello. Tiene que aguantar. Consigamos agua potable y sigamos adelante.

“Y con la misión de que el 6 de enero amaneciera con una sonrisa en la cara de cada niño de este planeta inmundo, siguieron adelante. No fue fácil, se encontraron con muchos obstáculos. Pero la grandeza de su propósito les dio fuerzas para superarlos a todos y cada uno.

“Ya andaban por Colombia cuando el camello que quedaba se dio por vencido. Había atravesado medio continente con los dos reyes a cuestas. Y todavía quedaba medio continente más. Y el resto del mundo. Todos los años toleraba el viaje, pero con un solo rey a cuestas. Esto era demasiado. Y la verdad es que al camello los niños le importaban dos carajos. Siempre el mismo pastito de mierda. ¿Acaso no sabían que los camellos no comen pasto ya que no hay en el desierto? Mejor sería que los reyes consiguieran un par de caballos.

“-No, no podemos hacer esto. Nunca nos ven, pero imaginate si alguno se despierta. Y se encuentras a dos reyes en vez de a tres. Y encima en caballo. Pueden llegar a pensar cualquier cosa. No sé, que somos chorros, o que en realidad no existimos y son los padres. Tenemos que solucionar esto. Recordá que es por la ilusión de los niños.
“-¿Qué hacemos entonces? No sé, conseguimos unos caballos, le armamos una especie de joroba y listo. Por el camino encontraremos algún negrito que se haga pasar por Baltasar. ¿Cuánto nos puede costar?
“-No. Tenemos que seguir en camello. Podemos hacer esto: estamos cerca de lo de Javier Escobar Núñez, sobrino del mítico Pablo y heredero de su imperio. Sabemos como entrar a la casa, pues le hemos llevado regalos a sus hijos. Allí tiene un depósito importante. Podemos sacar un poco y revivir así al camello. Y llevarnos para nosotros para el camino.
“-No, como vamos a hacer eso. Imaginate, como decías vos, que algún niño despierte y nos vea duros como una estaca. Qué desilusión se va a llevar.
“-Si es cierto. Pero no tan grande como la de encontrar los zapatitos vacíos. Tenemos que hacerlo. Tenemos que pensar en los niños.
“-Tenés razón, tenés razón. Todo sea por los niños – aceptó Gaspar limpiándose el agua que comenzaba a caer por sus fosas nasales.

“Llegaron al cuartel de Escobar Núñez. Tras sortear a todos los guardias de seguridad, entraron a laboratorio. Armaron una raya bastante considerable y guardaron un pedazo más considerable aún en sus bolsas. Acercaron al camello a la ofrenda y ni bien aspiró comenzó a caminar y caminar y caminar. Tanto ímpetu puso, que a los Reyes se les hizo imposible alcanzarlo. Quedaron a pie.

“-Bueno, parece que ahora sí es el fin. No vamos a llegar – dijo, resignado, Gaspar.
“-No podemos pensar así. Ya encontraremos la forma de conseguir nuevamente los camellos. Tal vez los podemos afanar de algún zoológico. O podemos comprarlos vendiendo algo de lo que nos trajimos de lo de Escobar.
“-Todo sea por los niños, ¿no?

“Ya habían arribado a nuestro país. No daban más. Ambos iban a rendirse, cuando vieron un tren. Esperaron que parara y subieron. Nadie les pidió boleto. Pero al entrar se encontraron con una multitud de facinerosos, lúmpenes y drogadictos con remeras de los Redondos, que se dirigían a un recital de la banda. Al verlos con ropas tan lujosas y tamañas bolsas, los pibes ricoteros se abalanzaron sobre los reyes al grito de “loredoloredotesigoatodaparteaguanteloredo” y “acá el único rey es Patricio”. A partir de allí todo fue caos. Les afanaron las bolsas, se repartieron los juguetes, que fueron usados de canutos y tuqueras, los cagaron a palos, les rompieron el culo... Esta pesadilla terminó para los reyes cuando el tren fue interceptado por la policía y todos quedaron detenidos. Allí comenzó otra pesadilla, porque en la comisaría fueron los canas los que les afanaron los juguetes, los cagaron a trompadas, les reompieron el culo...

“Esto es lo último que se sabe de los reyes Johnny. Por eso no van a venir este año. Y probablemente nunca más.”

Johnatan estaba triste, pero entendió. Daniel pensó que era un buen padre. Pudo sortear la situación sin contarle la cruda verdad. “Y me queda casi un año para ver que le hacemos al pobre Papá Noel. Tal vez termine cuidando autos en el bingo o como travesti en 1 y 60. O mejor: procesado por pedopilia. O por tráfico de órganos. No sé, tengo un año para eso”.

Johnatan no creyó mucho la historia. Tal vez lo que le había contado Diego fuera verdad. Los Reyes Magos no existen, son los padres.

Sin embargo, los años siguientes lo fueron encontrando con algunos datos que le recordaron aquella historia:

- En las elecciones presidenciales del 2004, entre los grupos de negros que se oponían a la reelección de Bush, se encontraba el curioso “Comando Baltasar”, conformado exclusivamente por niños afroamericanos.

- En el recital del Indio Solari en el Estadio Unico de La Plata, un viejo hippie llamado Melchor, aseguraba haber sido un Rey Mago. Todos creían que porque estaba pasado de rosca. Tenía tanta que hasta la regalaba. “Un adelanto del 6” decía con cada entrega. Cuando alguno le seguía la historia para divertirse un poco y le preguntaba por Gaspar, Melchor respondía. “No, ese quedó del otro lado, se hizo rati”. A pesar de que nadie le creía, no pasó por alto la calidad de la tela con la que estaba hecha su bandera ni la exaltación con la que coreaba junto al Indio aquello de que “ciertos reyes no viajan en camello”.

- Durante esa misma estrofa, en las afueras del estadio, una lágrima se deslizaba por la mejilla de un oficial de la Montada. “Tanta historia para terminar sobre un caballo. No sé cuál es la diferencia con el camello”, se le oyó murmurar.

- Más de un usuario de Hotmail recibió un mail de Greenpeace en el que lo bizarro se abría paso entre la molestia que ese tipo de correos suele ocasionar. Se trataba de una curiosa campaña contra la contaminación en México DF con el lema “Save the camels now!”.


- Por distintos rincones del plantea se ha visto a un camello caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar y caminar...


...para no detenerse jamás...

domingo, diciembre 31

LA OTRA VACA


El regreso a las diagonales desde la tierra colorada del gran Jack Duluz, fue la excusa para compartir la noche del 28 de diciembre en casa del Notario. Y no fue broma.

Duluz, Emebé, Andrés, Romina, Lupa, Holden, Antonio, Senodram, Djentrance y Ramiro puden dar cuenta de ello.

Una vaca se hacía por última vez en la bañadera. El producto de otra nos aguardaba impaciente en la bandeja (en realidad los impacientes éramos nosotros). Cuando las brasas terminaron de hacer su trabajo, nos abalanzamos sobre la parrilla sepultando cualquier resto de elegancia que nos pudiera quedar.

Tras saciar nuestro instinto caníbal, el Notario hizo presente a Don Alfredo, acompañado por la guitarra negra de Senodram.

Llegó la sequía y las zonas aledañas fueron testigos de un peregrinar de vacíos de cerveza, que volvían llenos, para vaciarse al poco tiempo.

Algunos comensales fueron abandonando la noche. Quedamos el Notario, Duluz, Lupa, Djentrance, Holden y un humilde servidor.

Necesitábamos un postre, pero nadie había comprado ni preparado nada para tal fin. Así que necesitamos no tener ganas de comer. Por suerte habíamos hecho la otra vaca.

El día nos encontró hablando de proyectos en común para el año próximo, historias de vida, planes para las vacacione y muchos etcs.

Cuendo me fui, quedaba carne en la bañadera y cervezas en la heladera. También quedaban comensales. También quedaban ganas de quedarse.

No, de la otra vaca ya no quedaba nada.

Puede que lo que se lea acá no sea completamente fiel a la verdad. Puede que sea incompleto o puede que sobren cosas. Se recomienda leer las reseñas hechas por los otros comensales.