domingo, diciembre 31

LA OTRA VACA


El regreso a las diagonales desde la tierra colorada del gran Jack Duluz, fue la excusa para compartir la noche del 28 de diciembre en casa del Notario. Y no fue broma.

Duluz, Emebé, Andrés, Romina, Lupa, Holden, Antonio, Senodram, Djentrance y Ramiro puden dar cuenta de ello.

Una vaca se hacía por última vez en la bañadera. El producto de otra nos aguardaba impaciente en la bandeja (en realidad los impacientes éramos nosotros). Cuando las brasas terminaron de hacer su trabajo, nos abalanzamos sobre la parrilla sepultando cualquier resto de elegancia que nos pudiera quedar.

Tras saciar nuestro instinto caníbal, el Notario hizo presente a Don Alfredo, acompañado por la guitarra negra de Senodram.

Llegó la sequía y las zonas aledañas fueron testigos de un peregrinar de vacíos de cerveza, que volvían llenos, para vaciarse al poco tiempo.

Algunos comensales fueron abandonando la noche. Quedamos el Notario, Duluz, Lupa, Djentrance, Holden y un humilde servidor.

Necesitábamos un postre, pero nadie había comprado ni preparado nada para tal fin. Así que necesitamos no tener ganas de comer. Por suerte habíamos hecho la otra vaca.

El día nos encontró hablando de proyectos en común para el año próximo, historias de vida, planes para las vacacione y muchos etcs.

Cuendo me fui, quedaba carne en la bañadera y cervezas en la heladera. También quedaban comensales. También quedaban ganas de quedarse.

No, de la otra vaca ya no quedaba nada.

Puede que lo que se lea acá no sea completamente fiel a la verdad. Puede que sea incompleto o puede que sobren cosas. Se recomienda leer las reseñas hechas por los otros comensales.

miércoles, diciembre 20

PLAZA MORENO

La plaza Moreno ofrece un paisaje espléndido esta noche. Un esplendor cuya totalidad escaparía al mejor fotógrafo para la mejor postal o ilustración de la guía telefónica.
El centro geográfico de la ciudad perfecta, ideada por Pedro Benoit en fines del siglo pasado, cuando la provincia necesitaba una capital en la que estuviera la sede de su banco, el mismo que quebró poco más de cien años después gracias a créditos truchos dados a empresarios a cambio de financiación política.
Los patirolos y sus pequeñas glorietas verdes le dan una onda muy particular. Es cierto que era más pintoresco sin el nylon que protege al comensal de la intemperie, aunque no de lo que va a su estómago. Me acuerdo del Pollo, que me contó que uno de esos carritos factura 12 lucas por día. El lo sabe porque se revienta laburando en uno de los depósitos en los que se preparan los menús. Me acuerdo de su casilla en el Paligue, apenas un poco más grande que los patirolos, en la que vive con su mujer y tres hijos.
El punchi punchi de una disco móvil emplazada en un 127 rojo es la banda de sonido de la Catedral, con su éstilo Gótico único en el Cono Sur.
Es la que aparece en postales y tapas de guías telefónicas. La que Rocambole inmortalizó ardiendo en la contratapa de “Oktubre”, de estpaldas a una multitud que traza una diagonal que culmina en la tapa del disco. Siempre me pregunté si luego de incendiar la Catedral la turba se fue a Plaza Italia, hábitat histórico del lumpen-hippismo platense.
La Catedral que quedó inconclusa y que fue terminada recién en 1999, por una empresa que tenía a los albañiles como restauradores y que, por lo tanto se atenían a las condiciones gremiales de los artesanos, mucho menos benignas que las de la UOCRA.
La misma Catedral que tiene en su campanario a Monseñor Plaza.
Parejitas, insomnes, lúmpenes, linyeras, skaters y distintos grupetes de personas ocupan las distintas zonas de la plaza. La piedra fundamental, los espacios verdes, las estatuas masonas que tanto han dado que hablar a infinidad de pelotudos. Estatuas puestas por masones cagones o pijoteros, que dejaron desarmado al arquero que debía ultimar el rosetón de la Catedral.
El Edificio Municipal. Ese hermoso edificio renacentista alemán, que con la iluminación nocturna parece un pastel de bodas. De las tantas bodas cuyas novias van a fotografiarse a sus jardines, momentos antes de la gran noche de sus vidas, luego de la cual todo irá necesariamente en picada. ¿Vendrán a fotografiarse también el día que se divorcien?
Es el mismo lugar en que la Justicia Federal condenó a Miguel Etchecolatz. El mismo al que todavía no ha llegado Julio López. El mismo al que tal vez no llegue nunca. Pero para ese caso, creo que todos los lugares son pavorosamente iguales. También este hermoso edificio renacentista alemás ofició de escenario para que Santiago Barberán apareciera moribundo y empalado un frío amanecer de fines de mayo, sin que nadie viera absolutamente nada.
La Plaza Moreno ofrece un paisaje espléndido esta noche. Tan espléndido, que dan ganas de vomitar.

miércoles, diciembre 6

MANUAL DEL BUEN HIJO DE PUTA


Artículo 1º:
El Doctor Mariano Grondona sopla el caño de su Luger Paraballum, esa reliquia con la esvástica laqueada en las cachas que le regalara años atrás el Capitán Ingenieros. El humo, empujado por el débil aliento del Doctor Mariano Gorndona, avanza sobre el cuerpo sin vida de Johnatan, que conserva en su mano la manigueta. Metros más adelante, la gorra. El Doctor Mariano Grondona intentó persuadirlo. Le explicó que no necesitaba que le limpiara el vidrio. Pero hay gente que no entiende razones. Ahora no tendrá nada que entender.

Artículo 2º:
El Doctor Mariano Grondona aspira la última línea de cocaína que queda en el plato. No le corresponde a él exactamente. Su parte de la noche ya está bien adentro de sus fosas nasales y de su cerebro. Pero el Escribano Patricio y el Capitán Ingenieros están muy ocupados discurriendo sobre los negocios en los que el Doctor Mariano Grondona no quiso participar, no tanto porque no le interesaran sino porque no encontraba la fórmula para quedarse él solo con el botín. No contento con lo que en este momento se tambalea entre el cartílago y el tabique, pasa el dedo por el plato, dejándolo en un estado que envidiaría el mejor publicista de una propaganda de desengrasantes. Por último, guarda sigilosamente el packashing, para darle la correspondiente chupeteada una vez concluida la tertulia, cuando el Escribano Patricio y el Capitán Ingenieros se vayan agradeciendo tener un tan buen amigo y anfitrión como el Doctor Mariano Grondona.

Artículo 3º:
Las miradas eran sugerentes. Los horarios de ambos, obvios. Verlos salir un miércoles por la tarde de la oficina del Señor Leopoldo fue la confirmación. Ninguno de los dos vio al Doctor Mariano Grondona viéndolos a ellos. Entonces empezaron los comentarios con doble sentido, las sugerencias, las propuestas, los consejos de amigo, los charcarillos picantes: la delación camuflada con inocencia. No fue necesario mucho para que el Señor Leopoldo comenzara a prestar más atención a los movimientos de su mujer. Y no fue necesario mucho más para que la encontrara in fraganti con el Escribano Patricio. Fijándose bien, todavía queda alguna marca que las toneladas de maquillaje que usa no logran tapar en los ojos de la Señora Leopoldo. Este detalle no escapa a la cálida mirada del Doctor Mariano Grondona, cada vez que recibe a los Leopoldo en su morada.

Artículo 4º:
El Doctor Mariano Grondona viaja en su convertible importado por la autopista. Al pasar sobre las villas miserias lo hace. Desde un tiempo a esta parte se contiene. Intenta conservar la elegancia. Pero esta vez no puede. “¡Negros de mierda!”, “¡Cabezas hijos de puta!”, “¡Villeros putos!”, “¡Gronchos!, ¡esclavos!”. El último grito, orgásmico, nacerá de sus testículos, florecerá raudamente por el estómago, se abrirá paso por las cuerdas vocales como un vaqueano por la maleza, esperará agazapado un instante en algún recoveco de la faringe para saltar como una pantera sobre su presa, agitando la campanilla como un péndulo furioso: “¡¡¡POBRES!!!!”

Artículo 5º:
Es el festejo del primer lustro de su sexta nieta, y el Doctor Mariano Grondona llama a Micaela, una de las pequeñas invitadas, y la sienta amablemente sobre sus faldas. Micaela es realmente hermosa. Su cabello fino acaricia sus mejillas, apenas cubiertas por pequitas. Sus pequeñas piernitas blancas se asoman bajo el hermoso vestidito con florcitas. Las medias blancas, los zapatitos de charol. Sus pequeñas manecitas que tienen la capacidad de endulzar cada cosa que toquen. El Doctor Mariano Grondona se siente feliz con esa belleza encima suyo y no deja de hacerle las mismas preguntas pelotudas que le hacen todos los grandes a todos los chicos: “¿Cuántos años tenés?”, “¿Te gusta ir al jardín?”, “¿Tenés hermanitos?”, “¿Qué querés ser cuando seas grande? (que diga “secretaria, que diga “secretaria”)” El Doctor Mariano Grondona es un hombre que siempre piensa en el futuro.

Artículo 6º:
El Doctor Mariano Grondona no puede salir de su asombro. El Señor Leopoldo con paraguayas. “Es gente nueva, las traen de Paraguay o de Bolivia. Ya sabemos lo que son, pero hay algunas que son realmente muy hermosas. Y mansitas. No joden para nada”. Acto seguido, comienza la descripción minuciosa de las bondades. El Doctor Mariano Grondona interrumpe la buena nueva del Señor Leopoldo: “No me estás contando nada nuevo. Conozco al importador”

Artículo 7º:
La lluvia azota ferozmente las ventanas del escritorio, en una pesada noche del verano subtropical que supimos conseguir. El Doctor Mariano Grondona, impaciente, intenta ver tras el cortinado líquido. Finalmente suena el timbre. El Doctor Mariano Grondona baja raudamente. “Son 28,80 señor” dice la masa de humanidad que debe haber bajo el piloto. El Doctor Mariano Grondona extiende el billete de 100, recibe el helado y, tras un breve espera, los 71,20 del vuelto. Inmediatamente cierra la puerta y va a saborear el helado que pidió. Mañana se enterará que la moto que le trajo el pedido resbaló en la lluvia y que lo que la conducía murió arrollado por un conductor cuyos frenos fueron detenidos por la humedad. El Doctor Mariano Grondona agradecerá entonces por la fortuna con que lo premia la vida. El accidente no se produjo cuando el pedido iba en camino.

Artículo 8º:
Comentario de un muy entusiasta Doctor Mariano Grondona, durante el almuerzo familiar: “¡Qué bien que la paso en el Golf Club! Es un lugar hermoso. Aire libre, mucho verde. Y esa laguna en el medio... Antes era una complicación, porque no son pocos los tiros en los que la pelota termina ahí. Pero desde hace un tiempo empezaron a meterse unos negritos... villeritos, de la zona. Y están todo el día ahí. Al principio los echaban, pero supieron ganarse el lugar. Cuando la pelotita cae al lago, se zambullen y nos la alcanzan por 5 pesos. Y si vieran que notable la destreza de esos negritos. Y hay veces que la tiro a propósito, nomás para ver el espectáculo que representan esos cuerpos, mucho más ágiles que los nuestros. Son como monitos.”

Artículo 9º:
El Doctor Mariano Grondona se inclina para levantar la tabla del inodoro y siente un fuerte tirón desde la cintura hasta la nuca. Por un momento piensa que es un castigo divino. Pero como tiene urgencias, deja esa meditación para mejor momento. Se baja la bragueta. Mea sobre la tabla. Llama a la Nancy y le indica que deje el encerado del playroom para después y que limpie lo que acaba de hacer. Una vez cumplida la orden, y antes de que pueda levantarse, el Doctor Mariano Grondona agarra bruscamente sus pelos negros y grasosos y la hace practicarle la fellatio más feroz que se haya conocido en la historia de la humanidad.

(En el clímax de la cuestión, el Doctor Mariano Grondona, mirando al techo, con la nuez de Adán a punto de cortar la piel y los párpados fundiéndose en uno, maldice por primera vez en su vida a Dios, por no permitir al Hombre eyacular y mear al mismo tiempo)

Artículo 10º:
Lo vio por Internet y le resultó simpático. Un gasto más en la tarjeta de crédito no hará ningún daño a nadie. El Doctor Mariano Grondona da la vuelta a la llave y cierra el cinturón de castidad de Mónica. A partir de ahora. ada vez que salga, el Doctor Mariano Grondona llevará en consigo en el llavero su casa, su trabajo, su fortuna, sus vacaciones, su auto y la fidelidad de su mujer.

Artículo 11º:
El Doctor Mariano Grondona llama a la jefatura policial para denunciar la existencia de una clínica en la que se realizan abortos clandestinos. Cuando cuelga, se siente en paz con su alma. Tiene la tranquilidad de que hay un lugar menos en el que se asesinarán al producto de la irresponsabilidad de chicas que quedaron embarazadas por no tomar las precauciones del caso. Sabe que Patricia, su secretaria, fue la última mujer cuyo amante envió a esa clínica. También sabe que, de aquí en más, deberá ser más cuidadoso.

Artículo 12º:
El niño llora. No quiere que lo lleven al orfanato. Se desespera pensando que lo separarán para siempre de ese tierno vagabundo que lo adoptó para compartir sus penurias, pero también mucho amor y diversión. Juntos se ayudarán mutuamente. Uno, dándole el cobijo y la protección que necesita todo niño, más si su hábitat será la calle. El pequeño lo hará sentirse menos solo, y hasta saldrá a romper todos los vidrios de la calle cuando el vagabundo consiga el trabajo de vidriero.
Tras el plasma, acorazado por un moderno sistema de sonido, el Doctor Mariano Grondona se conmueve con la escena. Una tenue lágrima naufraga en su mejilla.

sábado, diciembre 2

UNA DE BUKOWSKI

No es mi intención poner en el blog cosas ajenas. No está mal para tener activo el blog, pero reitero que en principio no es la idea.

Pero esta noche llegué con ganas de postear. Y no se me ocurría nada. Así que dejo esto. Que lo disfruten.




462 – 0614

tengo muchas llamadas ahora.
son todas como
“¿sos charles bukowski
el escritor?”
“si”, les digo
y me dicen que entienden
lo que escribo,
y algunos son escritores,
o quieren serlo
y tienen trabajos tontos y horribles
y no pueden enfrentar la habitación
el departamento
las paredes
esta noche-
buscan alguien con quien hablar,
y no creen que
yo no puedo ayudarlos
que no conozco las palabras.
no pueden creer
que a menudo ahora
me doblo en mi habitación
agarrándome la panza y digo
“jesús jesús jesús, ¡no de nuevo!”.
no pueden creer
que la gente sin amor
las calles
la soledad
las paredes
son mías también.
y cuando cuelgo
piensan que me guardé
mi secreto.

yo no escribo desde
el conocimiento.
cuando suena el teléfono
a mí también me gustaría escuchar las palabras
que puedan aliviar
un poco esto.

por esa razón mi número
figura en la guía.












Para la próxima prometo algo peor, pero propio...

lunes, noviembre 27

LA RATA


Sus patitas se mueven de aquí para allá por el techo de mi habitación (¿o debería llamarla sarcófago 5 estrellas?).

Ella riega mi insomnio. En realidad no sé si llamarlo insomnio. Dormir no tendría mucho sentido. Perdí todo tipo de sueños hace años. Y nada que ocurra párpados adentro representará una pesadilla más grande que la que tengo todos los días al levantarme.

Ella se mueve. Todo el tiempo. Va de acá para allá. ¿Qué hace? ¿Cuál es la prisa? Sigue. Muy de tanto en tanto se detiene y roe. No puede estar sin hacer nada. Debería aprender de ella. Un día va a gastar el techo y caer sobre mi cabeza. Me da asco el sólo pensarlo. Sus pelos. Sus dientes. Su cola, esa que arrastra. Pero tampoco sé si tengo que quejarme tanto. Lo que ella encuentre no será mucho más agradable.

En el techo no hay nada. Acá adentro hay muchas cosas. Pero ninguna que me motive a realizar el 1% de los movimientos que ella realiza.

En el techo no hay nadie. Sólo ella. ¿Cómo tolera tantas noches de soledad? Bueno, hay que reconocer que lo suyo es más sincero. Yo hace años que duermo con los escombros de la mujer de la que alguna vez estuve enamorado.

Aquí estoy pendiente de ella. A veces pienso que pasaría si no estuviera. Y ella que ni debe saber que yo existo.


Voy a matarla. Mañana mismo. O pasado. O cualquier día de los que vengan, como hace dos años. Estoy decidido. Siempre lo estuve. Pero cada vez que estoy en el techo con el veneno, a punto de ejecutarla, siento pena de exterminar al único ser vivo que hay en esta casa.

lunes, noviembre 13

PEQUEÑAS CONSPIRACIONES

En este momento, en distintos lugares, se están tejiendo pequeñas conspiraciones.
Los escenarios son muchos y diversos: pequeñas habitaciones dominadas por el humo, amplios parques con grandes mesas con restos de un suculento banquete dionisíaco como único testigo, camas en las que parejas de amantes comparten un Phillips después de pegarse un polvo machazo (y hembrazo).

Están ahí. Frente a tus ojos. Podés verlos fácilmente rascando un poco la cascarita. En esa ventana que está siempre iluminada cuando acompañás a Marlowe a echarse el último pis de la joranada, en ese teléfono que la viejita del “C” atiende apresuradamente ahogando el primer llamado, en ese kiosco que nunca tiene cigarrillos ni forros. Pero no creo estar contándote nada nuevo. Todos participamos de alguna pequeña conspiración.

Así que, sin más preámbulo, detallo hasta donde se:


- En un departamento en el centro de Rosario, cinco devotos de la iglesia maradoniana ultiman los detalles del atentado contra Judas. Vienen de años de hacer averiguaciones y planes. Ya saben el nombre y la dirección actual de la enfermera que llevó a Diego al matadero luego del partido contra Nigeria. Organizan peñas, kermesses, campeonatos de metegol y distintos tipos de actividades cuyos fondos serán destinados a concretar la venganza. Una comitiva viajará y secuestrará a la persona en cuestión para, tras haberse reventado las fosas nasales, mearla toda al grito de “antidoppingueate ESTA, turra”.

- Florencia y Gustavo son militantes antiimperialistas. Pero les encanta la comida de McDonalds. Además de encontrar delicioso el sabor de las hamburguesas de plástico, les gusta un valor agregado: la adrenalina que les produce el hecho de que alguien los vea entrar o salir del lugar. Pero matan su culpa tomándose mucho tiempo para decidir el menú, como si estuvieran ante la carta del Four Seasons. Elijen un combo, cambian, piden la cajita feliz, le agregan una promoción, la descartan, una y otra vez. Esta conjura tiene un tercer miembro: la amabilidad agresiva del empleado del mes, que realiza cada cambio con la mejor de las sonrisas de su uniforme de trabajo. Hace cosa de un mes, rompieron un recordtomándose media hora en la cola del local de comidas ráidas. Si algún día son descubiertos por sus compañeros de militancia, argüirán que lo que están haciendo es tirar abajo uno de los principales bastiones del sistema capitalista: la eiciencia. Tras su paso por un local de McDonalds, cuesta seguir utilizando el término fastfood.

-En el intervalo entre carreras, Sergio y Jacinto al buffet van a matar su sed y darle el tiro de gracia al tiempo. Luego de analizar las próximas apuestas, comienzan una discusión en voz alta. Así es como Heidegger, Gramsci, Kerouak, Buñuel y Celine, se han hecho presentes en el hipódromo de Palermo. Al ser todos argentinos, cada concurrente tiene una opinión formada sobre el tema en debate propuesto por Sergio o Jacinto. Así que, cuando ya hace tiempo que han dejado el buffet, la concurrencia continúa discurriendo. Una vez lo intentaron en la cancha. Pero hay gente a la que no hay conspiración que la salve.

-La vida no volvió a ser lo mismo para Martín y Agustina después de la primer pepa. Asombrados por el poder que puede despertar un cartoncito de mierda, sintieron que tenían una misión en la vida: dar a conocer al resto de los mortales tamaña maravilla. Comenzaron por su circuito íntimo, tarea que no les opuso mayores resistencias. Sin embargo, al tiempo de comenzar su apostolado, cayeron en la cuenta de que no sería tan fácil con todo el mundo. Ninguno de los dos se anima a afirmar de quien fue la idea. Pero sucedió dos días después del viaje que se pegaron con motivo del primer recital de los Rolling Stones en nuestro país, en el año 1995. Al pasar frente a la catedral metropolitana, sintieron una profunda pena por los devotos que salían de allí. Pensar ni con toda la teca conocerán lo que conocemos nosotros. Hicieron las averiguaciones pertinentes, y dieron con alguien que les puede conseguir un bidón de LSD. Ya tienen la inteligencia casi resuelta. Un sábado por la noche, se meterán en la catedral y bendecirán las ostias con ácido. ¿Verán a Dios los feligreses ese día?


También existen los conspiradores individuales:


-El día que Agustina y Martín concreten su conspiración, José será uno de los primeros testigos. Vive cerca de la Catedral, en la casa que fue de su abuelo, un obrero italiano anarquista llegado al país a principio de siglo. Además de la casa, heredó del nono una misión, que también prosigue su padre. Todos los años, llegado el viernes de Pascua prepara un bruto asado. Comienza desde temprano, para que se haga bien despacito. Cuando la carne está al fuego, abre absolutamente todas las puertas y ventanas, permitiendo que el aroma de su manjar invada las calles. Sin embargo, su conspiración está en decadencia. “En las épocas del abuelo era otra cosa. Los garcas estos se llenaban de odio. Un par de vueltas terminó preso. Pero esos eran otros tiempos. Había un Severino Di Giovanni, un Ramón Falcón. Pero en estas épocas carentes de ideales a todo el mundo le chupa un huevo todo. Además, con lo que cuesta la carne, estoy pensando en darme por vencido”. Esperemos que no lo haga. Todos somos un poco más débiles cuando claudica un idealista.

-En una dependencia de la municipalidad de Avellaneda, César se dedica al Caos. ¿Cómo lo hace? Fácil. Entra a oficinas vacías y se sienta frente a alguna computadora y comienza su faena. Destruye archivos, los cambia de lugar, altera sus nombres o fechas, borra correos electrónicos. Una vez llegó a destruir el disco rígido, perdiendo así, de una vez y para siempre, años de burocracia estatal. Si viene gente a realizar alguna consulta que él puede solucionar, da respuestas incorrecta. “Después la gente putea porque anda todo para el orto. Piensan que es un problema estructural”, explica. Inmediatamente hace la reivindicación de su comando unipersonal. “Mirá que yo no soy un ñoqui que viene sólo a cobrar. Yo produzco desorden.”. Cual John Lennon en “Imagine”, César sueña. “¿No sería mejor el mundo si en cada ministerio, cada secretaría, subsecretaría, prosecretaría, consejo, cámara, comité, comisión, juzgado o lo que mierda se te ocurra hubiera una persona haciendo lo que hago yo?”.

-Cada vez que va a un lugar público en el que hay una tele encendida a la que puede tener acceso, Cecilia se ocupa de cambiar el canal, por lo general enlodado de noticias pedorras o de deportes. Así es que en la cola del supermercado, el nietito de Irene se colgó viendo unas animaciones de Norman McLaren mientras su abuela pagaba el postre de dulce de leche que había ocasionado un bruto berrinche minutos antes.

-También los supermercados marplatenses son víctimas de conspiraciones. Nuestro conspirador se llama Pedro. Su accionar consiste en cambiar las cosas de sus góndolas correspondientes. No tiene en claro porqué lo hace. Pero rompe las pelotas. Claro que muchas veces al repositor. Como descargo, puede decirse en su favor que de todos modos le romperían las pelotas al pobre repositor.

-Lucía se gana la vida vendiendo pochoclos en una cadena de cines en un shopping cordobés. Cuando hay una película en cartelera es una basura inflada por una importante campaña publicitaria, Lucía activa su complot. Agarra unos pochoclos y los come en medio de la proyección haciendo mucho ruido, tose, hace sonar su celular. Nadie que haya visto una película en medio de su accionar puede decir que ha pasado un grato momento. Muchos le cargan la cuenta a una película que, sin conspiración mediante, hubieran disfrutado.


Demoras en el fastfood, televisores que cambian de canal, mercaderías que aparecen en otros lados, misas lisérgicas. No existe un plan magistral ni mucho menos una sincronización. Cada uno atiende su pequeño juego, sin sospechar la gran trama de la que es parte. Las distintas conspiraciones desconocen la existencia de las otras. Quizá un conspirador caiga en la telaraña tejida por otros. Un día César tendrá que buscar su Tocornal en el cajón de manzanas violetas que hablan con la madre de Pedro luego de comulgar en la Catedral, mientras Martín y Agustina puteen contra el municipio luego de hacer tres horas de cola al pedo porque les indicaron mal donde debían hacer el trámite, con el alivio de haber pescado un fragmento del documental sobre John Cunningham Lilly y sus maravillosas cápsulas de aislamiento, antes que el seguridad del lugar vuelva la tele a TyC y las cosas a su supuesto respectivo lugar. Esto debe ser entendido como parte de las reglas del juego. Lo único a lo que hay que apostar es a que ninguna conspiración anule o atente contra otra.

Lenta pero irremediablemente, se gesta el caos.

Un nuevo orden está en camino.

martes, noviembre 7

NOCHES EN UN BOULEVARD SOLEADO

No conozco ni he conocido TODOS los bares de la ciudad de La Plata. Pero me atrevo a decir que el Boulevard del Sol fue el mejor antro que ha existido y existirá jamás en este cubo mágico infernal crucificado por diagonales.

Una imponente casona colonial ubicada en la calle 53 entre 1 y 2 frente a un verde boulevard albergó desde mediados de los ´80 y por casi 10 años noches de mística, locura y rock fuerte. Sí, claro que había falopa.

La ubicación presentaba dos desventajas. La jefatura de policía en frente y la (¿)cancha(?) de Estudiantes a la vuelta. Pero la verdad es que el hedor nunca se sintió desde el “Bule”.

Al traspasar el zaguán, uno se encontraba con un patio en cuyo fondo se montaba el escenario en el que, ya bien entrada la primavera y mientras el otoño lo permitiera uno podía disfrutar del peregrinaje de las bandas que sonaban en un período de alta fertilidad creativa en nuestra ciudad. Cuando el frío o el cielo se empeñaban en aguarnos la noche, la cosa se mudaba al interior del lugar. Dos habitaciones bastante amplias habían sido unidas para hacer un salón que, restando la barra y la tarima que oficiaba de escenario, aún dejaba algo de espacio para albergar a los parroquianos.

La concurrencia era una mezcla de hippies tardíos, pseudobeatniks fuera de tiempo y espacio y artistas de las más variada calaña. Por algún motivo u otro, todos tenían un aire de sobreviviente. Por entonces no existía la costumbre de poner tan fuerte la música. Así que, terminada la banda, o lo que fuera que nos hubiera convocado (cuando íbamos por algo más que el sólo hecho de estar en el lugar) podía uno quedarse charlando y conociendo gente. Los rejuntes de mesas eran más que comunes en el paisaje del Boulevard. Las noches duraban hasta altas horas de la madrugada. O tempranas horas de la mañana, según se vea.

Las mujeres eran más interesantes que bellas. Corrijo: mujeres cuya belleza radicaba en cierto valor agregado. No sé cuán lindas me hubiesen parecido muchas de las minas que conocí allí, de haberlas encontrado en otro lugar. Es como si el lugar les quedara bien. Y viceversa.

Fui por primera vez el domingo previo al feriado del 17 de agosto del año ´90. Fue una de mis primeras salidas. Un amigo, con algunos años más que yo, me llevó al lugar “donde va la gente del palo”.
- ¿Quién es la gente del palo?
- Vení acá y la vas a conocer.
Entré al baño y ahí estaba la gente del palo: una banda de cocainómanos empedernidos que hacían giratoria la puerta buscando calmar su celo nasal. No me atrevo a afirmar que alguna vez lo hicieran. En aquel momento no imaginé hasta que punto las condiciones de privacidad de los baños influirían en mis preferencias por ciertos lugares.
No había sido siempre así la cosa, me enteré después. “Ahora está más careta”, comentó alguien. “Antes no nos tomábamos la molestia de ir al baño. ¿Viste qué lindas mesas?”

Es un problema que he tenido siempre. Soy de llegar cuando el asunto está empezado y, en muchos casos, cuando sólo restan los bises. Del Bulevard pesqué una versión, no diría que ATP, pero sí PM13, en comparación con el XXX que fue en los 80 (lo de XXX debe entenderse simplemente como una graficación comparativa). Claro que en aquel momento no hubiera ido a ese lugar, y mucho menos solo. Nadie iba solo allí. El lugar era escenario de trifulcas de todo tipo y, por la cercanía con la jefatura policial antes mencionada, era más que común que los fines de semana se alternaran entre los que podían abrir y los que estaba clausurado.

Por la época en que empecé a frecuentar al Bule, cambió de rubro Bar a Centro Cultural. La diferencia radicaba en que se habilitó la planta alta para distintas expresiones artísticas. Aunque no duró mucho. Apenas el tiempo que tardaron los dueños en darse cuenta que los concurrentes a las inauguraciones no íbamos tan motivados por las obras presentadas en la mayoría de los casos por snobs que se perdieron el Di Tella, sino por el vino (no del mejor, aclaro) con que invitaba la casa.

A fines del 91, se realizó en el “Bule” un certamen de bandas. Hubo algunas situaciones que no quedaron del todo claras. Además ¿cuál era la necesidad de establecer un podio, pudiendo hacerse una suerte de festival en el que las bandas simplemente toquen? Sin embargo, el evento fue una buena ocasión para que durante esas noches pudieron verse y escucharse a gente como Mister América, Los Peregrinos, Peligrosos Gorriones, 40 Escalones, Falso Primer Ministro, Dintona Rumori, Señor Valdemar y Flores Subterráneas.

La memoria me ancla en una noche de la última semana de 1992. A pesar del calor, había mucha gente resfriada. El patio y el baño estaban colmados de saludos, abrazos, brindis, planes para resistir el verano y deseos de prósperos años nuevos que nunca empezaron. En el escenario, Pachuco Cadáver (Pettinatto, Piccolini, Willy Crook y Gillespie) daba un show tan magnífico como extraño (al igual que su disco “3 huevos bajo tierra”). No sé a ciencia cierta cuando cerró, pero ese es mi último recuerdo del Bule. El año siguiente encontró a la gente del palo en otros baños. Los del Tinto A-Go-Go(que había abierto un par de años antes), El Bar (que también existía con el nombre de “Halloween”) o el fugaz Zeppelin.

Es una pena que no haya aguantado hasta hoy. Sería por lejos el mejor antro de la ciudad. Entonces lo perjudicó la ubibación. Es difícil pensar eso cuando hoy se cruza la ciudad para ir a perder el tiempo y la audición a los tantos bares que han abierto. Pero entonces no eran tantos y estaban bastante concentrados geográficamente.

A pesar de las posibilidades que da la arquitectura del lugar, nunca volvió a darse algo como eso allí. Durante mucho tiempo hubo una dependencia municipal. Luego, con el mismo nombre, un restoran bastante cheto. Hoy hay una casa de “eventos”. No sé cual de los tres turros fue el responsable de techar el patio.

A veces pienso en entrar. Quiero volver a ese baño una vez más. No creo en fantasmas, pero si voy a tener que reventar, preferiría que fuera con uno del palo. Por ahí me convida y puedo saldar una deuda: tomar la raya que nunca tomé en el baño del Boulevard del Sol.