miércoles, enero 31

PAROLES, PAROLES, PAROLES (o La Otra Vaca II)

Se habían dedicado al secuestro y retención de palabras durante mucho timpo. Los años que comprendían su amistad. En cada cumpleaños, reunión, casamiento o charla telefónica, millones de letras combinadas en esas pequeñas células que conforman los eslabones que es el lenguaje que nos encadena habían sido retenidas en contra de su voluntad.

Así era como sustantivos, adjetivos, preposiciones e interjecciones se apilaban unas sobre otras, mezclando a veces sus letras, como veraneantes en la Bristol en ese campo de concentración que se emplazaba desde sus psiquis hasta sus labios

No se trataba de falta de comunicación entre ellos. De hecho se veían y conversaban asiduamente. Como en un intercambio de rehenes, algunas palabras eran liberadas, pero otras (más) eran puestas en cautiverio. Si alguien dejaba en libertad los vocablos “que”, “buen”, “partido”, “jugamos” y “hoy”, era porque previamente había retenido a . “Venite”, “a”, “comer”, “mañana”, “por”, “la” y “noche” volvían a ver el sol en el mismo instante que “que”, “polvo”, “me”, pegaría”, “con”, “tu” y “chica” conocían la dureza de la mazmorra.

Ni se trataba solamente de falta de sinceridad. Muchas veces conversaciones enteras acerca de una muela extraída o teorías personales sobre el advenimiento de la NADA eran puestas en custodia no porque hubiese algo que ocultar al respecto, sino porque la liberación de tales exposiciones los hubiese delatado ante el resto como carceleros bastante torpes, que permitían al fugitivo más peligroso escaparse caminando de Campo Delta.

Hasta esa noche. Alguien trajo la Sustancia.

Tímidamente fueron introduciendo esas pequeñas partículas en su ser. No parecía la gran cosa. Pero ninguno sospechaba que esas partículas inofensivas no eran sino la turba enloquecida que abriría las puertas de la Bastilla en la que tantas palabras de tantos años se encontraban agazapadas, esperando la libertad.

Las primeras liberaciones se dieron en cierto orden. Los candados, que todavía no estaban de franco, no se encargaban de retener a los reclusos, pero sí de ordenar su retirada. Así la ruptura del sexto mandamiento era disfrazada de la alegría de un amigo por la suerte que le ha tocado en la pareja.


Ya la Sustancia había dejado a ser una curiosidad y era la reina indiscutida de la noche (aunque esa noche todo se podía -y se DEBIA- discutir). Entonces llegó el desmadre. No hubo esbirro que pudiera contener tantos siglos de lenguaje en recipientes tan minúsculos como sus existencias. Por un momento sus dientes apretados en una sonrisa trabada oficiaron como dique de contención. Pero los chispazos que surgían de la fricción de sus mandíbulas fueron luchadores por la libertad.

Sus bocas eran manantiales enérgicos que vomitaban palabras. Y las palabras se encontraban, chocaban entre ellas, se gustaban o se repelían, bailaban, pogueaban, se reconocían. Por momento nadie podía respirar. El ambiente estaba lleno de palabras. Algunas escapaban para siempre por la cerradura o la hendija de la puerta. Otras preferían permanecer allí. Entre tantas palabras, los amigos sentían que nunca se habían conocido tanto como esa noche. Y tal vez fuera verdad. Eso era lo que más les gustaba del asunto.

Hasta que la Sustancia se acabó. Y con ella las palabras. Parecía mentira que, de un momento a otro el aire estuviera descomprimido, y no quedaran más que algunas sílabas sueltas por el lugar. Seguramente había cosas que decir. Pero ya no les quedaban palabras. Comoo quien bombeando toda la noche ha dado todo de sí, sus gargantas estaban secas de lenguaje.

Así que se fueron a dormir.

7 comentarios:

gemmacan dijo...

No sé que haría si me quedara sin palabras. Supongo que lo que más perdería con ellas es la ilusión, y pos supuesto la comunicación. Por lo que en vez de irme a dormir, me iría directa al infierno.
Ha sido un post de terror.
Un buen post terrorífico.

Chinaski Wiesler dijo...

He vuelto y no me alcanzan las manoplas para sacudir el brillo del posteo; una oda mancomunada a la sustancia del deseo; digna de postearse como La Otra Vaca II; es apenas una sugerencia

Holden, ambiguo, posmoderno
... sin palabras, se van a dormir, sin sustancia... por ahora... nos vemos pronto

bartolomé rivarola dijo...

Mmmmh... no está mal, tal vez como subtítulo.
Muy buena idea.

Y bienvenido de vuelta al cubo mágico.

Anónimo dijo...

EL PROBLEMA, NO CREO QUE SEA LA FALTA DE SUSTANCIA.
¿CUANTAS VECES, USTED, ESCUCHO O DIJO LO SIGUIENTE?: AH, FULANITO NO TIENE DRAMA EN DECIRTE LO QUE PIENSA.
YO DIGO: BRAVO POR FULANITO, ENTONCES.
A LA MIERDA LOS PROBLEMAS CON LO QUE TENGO PARA DECIR.
CLARO QUE POR ESO TENGO UN SOLO AMIGO.
PERO QUE AMIGO!!
PUEDE SER QUE HAYA EQUIVOCADO LA PERCEPCIÓN LA OTRA VACA II. SI ES ASÍ PIDO DISCULPAS.
PERO BUE, ERA LO QUE TENÍA PARA DECIR Y ENTRE BUEYES NO HAY CORNADAS, VIEJO
MUY BUENO, COMO SIEMPRE.
EL COLECCIONISTA

Unknown dijo...

Jejejej...Carretillas entumecidas y absortas luego de los vómitos implacables de oralidad, histrionismo digno de líder demagógico, ojos chispeantes, ceniceros en erupción, dedos inquietos que colaboran en dormir lenguas con lo que queda, chirrido incesante de piezas dentales.

Anónimo dijo...

¿LSD?

walter dijo...

Notable realmente, el relato es como un pintura, una foto en movimiento; muy descriptivo, casi se podian ver a los dos amigos, la sustancia y el ambiente conmocionado de palabras. ¿se puede intepretar que la sustancia no sea un estupefaciente, sino como una "necesidad", una "urgencia" por hablar, sincerarse, conocerce, profundizarse mutuamente?. De todas maneras, muy bueno.